Lo que está claro
es que las cuentas y los números, en general, han de ser simples y los resultados
razonables para cualquiera. Y eso mismo se le debe exigir a esta hija de las
matemáticas. Sin embargo no siempre es
así, aunque los que usan los tantos por cientos para la defensa de sus
intereses la consideran como la herramienta más útil y aplicable en beneficio
de la sociedad (y del suyo propio) .
Utilidad y
aplicabilidad. Dos puntos fuertes que contrarrestan sus dos puntos críticos: la
relatividad interpretativa de los datos estadísticos y la manipulación
tendenciosa de los mismos. Por ello, he tratado de que útiles y aplicables sean
las conclusiones de la siguiente investigación.
Según datos
estadísticos, basados en un estudio que me acabo de inventar, uno de cada tres
ciudadanos devuelve una cartera que se encontró en la calle tal y como la
recogió. Es decir, sin adelgazar su volumen a costa de apropiarse de esos
apreciados rectángulos de papel elaborados en la Fábrica Nacional
de Moneda y Timbre.
En ese mismo
estudio, se cita también que uno de cada tres ciudadanos cuida sus pertenencias
en lugares concurridos. Es decir, que toma las medidas mínimas de seguridad que
le protegen de ese porcentaje pequeño, aunque no por pequeño deja de ser
porcentaje, de peritos en la apropiación de cosas de otros.
Por último, añade
el estudio que uno de cada tres técnicos en la sustracción de bienes ajenos lo
hace sin molestar a los propietarios de los mismos. Es decir, que hacen su trabajo
procurando que nadie se lleve un berrinche extra, al menos mientras operan.
Pero apliquemos la
ciencia estadística para lanzar al mundo un mensaje con modestas pretensiones.
Me dirijo, especialmente, a quienes (como yo en en menos de un mes) han vivido
episodios de hurtos o robos con intimidación, bien como agentes, bien como
sufrientes pacientes, o como impotentes observadores.
Primer mensaje: ¡Por
favor!, que los dos ciudadanos que no devuelven las carteras o que las limpian
antes de entregarlas a la policía, sigan el ejemplo del que no hace como ellos
y piensen en qué estado les gustaría les fuera devuelta la cartera extraviada,
si esta fuera suya.
Segundo mensaje: ¡Por
favor!, que los dos ciudadanos descuidados tomen nota de las medidas básicas de
seguridad que emplea el que no actúa como ellos y miren por sus cosas y las
mantengan a la vista, porque así se ahorrarán muchos malos ratos ocasionados
por ese apego a las cosas terrenales que tenemos los humanos.
Tercer mensaje: ¡Por
favor!, que los dos ciudadanos chorizos sigan los pasos del “chorizo suave” y
trabajen en lo suyo pero poniéndose en el lugar de las víctimas. No haciendo
uso de la violencia y tratándolas con educación y buenos modales.
Los tres
ciudadanos aunque son modélicos, cada uno en lo suyo, no representan un
argumento numérico para convencer a nadie, porque el universo de la muestra (9
personas), tampoco pesa mucho.
Sin embargo si
aplico la verborrea estadística la cosa cambia. Hago un intento propio de un
titular de prensa:
Según un estudio de DATA2 un 33% de la
población encuestada actúa en materia de hurtos y robos siguiendo principio
cívicos éticos basados en el respeto a las personas y a las cosas. El mismo
estudio concluye que estos hombres y mujeres se convierten en ciudadanos
ejemplares para ese otro 66% que descuida los deberes propios de su condición
ciudadana.
Ahora mejor,
¿verdad?, porque hasta yo me lo creo.
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